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Flechazos de comprensión

La mayor parte de los seres humanos, especialmente en el mundo occidental, afrontamos los problemas desde un punto de vista lógico o desde un punto de vista basado en los sentimientos. Aquellas personas que son más sensibles al mundo exterior suelen ser más introvertidos y tener un mundo interior más desarrollado. Estas personas suelen tender a resolver sus problemas de una forma lógica, sopesando las posibilidades y posibles consecuencias de una decisión. Aquellas personas que son menos sensibles al mundo exterior, suelen necesitar de experiencias más excitantes para sentirse vivos y, por lo tanto, tienen un mundo exterior más desarrollado, siendo más hábiles en las relaciones con otras personas.

Desde un punto de vista de coherencia e integración personal, podríamos decir que el primer tipo de personas experimentará un mayor conflicto a la hora de adoptar una decisión y de asumir sus consecuencias. El mundo de la mente es parcial, cualquier solución adoptada a través del razonamiento, nunca será una solución integradora, pues dejará fuera el opuesto no elegido. Si se elige si, se echará en falta el no y viceversa. Por lo tanto, tras tomar una decisión, puede ocurrir, y de hecho ocurre en muchas ocasiones, que la mente empieza a preguntarse por qué no se eligió la otra opción.

Sin embargo, aquella persona que toma las decisiones basadas en sus sentimientos tendrá una mayor confianza y aceptación acerca de las consecuencias de dicha decisión, pues está basada en aquello que sentía. Sin embargo, con el tiempo, también se dará cuenta de que los sentimientos son temporales y variables. El ir detrás de los sentimientos puede ser un camino de idas y venidas sin un claro sentido ni orden.

¿Existe alguna otra forma de tomar decisiones? Pues podríamos decir que hay infinitas formas de tomar decisiones. Se puede incluso llegar a tirar una moneda al aire y basar la decisión en su resultado. Sin embargo, esto parece que no es fácil de llevar a cabo cuando se trata de decisiones que afectan directamente a nuestra vida diaria, a nuestras relaciones y a nuestra situación de vida.

Sin embargo, sí que se puede hablar de una manera coherente para el ser humano de afrontar las decisiones y demás problemas en la vida. Tendemos a pensar que frente a un problema tenemos que realizar una acción inmediata para solucionarlo. En definitiva, que tenemos que solucionarlo. ¿Qué pasaría si, frente a un problema o situación compleja en nuestra vida, nos dedicamos a observar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y emociones en vez de intentar buscar la solución directa? ¿Qué pasaría si afrontáramos nuestra vida desde un punto de vista más consciente y observador?

Desde pequeños nunca nos enseñaron a observar nuestros pensamientos ni a observar los sentimientos que nos produce lo que nos ocurre en la vida. Si diéramos un poco de espacio a nuestra vida, si dedicáramos un poco de tiempo a dedicarnos tiempo, a no hacer nada y a parar el ritmo de vida que llevamos, algo mágico empezaría a ocurrir.

Cada vez se oye hablar más de lo importante de la consciencia en la vida de los seres humanos. Pero, ¿por qué? ¿Qué es eso de la consciencia y que nos puede aportar? Pues bien, la magia de la consciencia radica en que durante nuestra vida se nos pasan desapercibidas muchas cosas que nos afectan y que no somos capaces de reconocer. El desarrollo constante de la observación de nosotros mismos y de los procesos que nos ocurren propicia la aparición de esa consciencia. Esa consciencia nos permite tener más información, por lo que es más sencillo tomar decisiones, pero además nos introduce en un estado de conexión con nuestro cuerpo, pensamientos  y sentimientos mucho más profundo.

Cuando comienza la observación y, tras un tiempo determinado, empieza a aflorar la consciencia, empezamos a comprender ciertas cosas que antes se nos escapaban. Por ejemplo empezamos a darnos cuenta de que la solución de los problemas no proviene necesariamente de la acción directa. Empezamos a ver que, una vez que la observación se hace suficientemente profunda y el estado consciente se instaura en nosotros, la solución no es necesario buscarla, sino que llega a nosotros sin más. Se podría decir que surge de manera espontánea. Ese espacio entre pensamiento y pensamiento, ese hueco entre sentimiento y sentimiento hace aflorar un rayo de comprensión que nos llega desde lo más profundo de nosotros mismos. De hecho, el sentimiento y el pensamiento indican el camino a seguir, camino que debe ser recorrido por la consciencia.

Tendemos a pensar que nuestro ego es el dueño de nuestra vida y el único que nos puede ayudar a resolver nuestros problemas. Sin embargo, esto no es así. Cuando, a través de la consciencia, empezamos a abandonar al ego, se abre paso una parte de nosotros mucho más grande y más profunda que dispone de una conexión directa con la realidad y con la vida y, por lo tanto, tiene mucha mayor capacidad para resolver situaciones.

Rayos de comprensión que nos hacen darnos cuenta de que la vida es energía y consciencia. Cuando la conexión con nuestro ser más profundo se produce, empezamos a percibir como todo es perfecto tal cual es y empezamos a ver que las soluciones a los problemas y las decisiones se toman por si solas de una forma increíblemente fácil y sencilla, llevándonos a través de la vida como sumergidos en un rio donde podemos gozar y disfrutar de cada momento que se nos presenta.

Por lo tanto, mi recomendación a la hora de afrontar un problema o una decisión importante sería: sé consciente y déjate llevar…